miércoles, 4 de agosto de 2010

La pasión no tiene precio

Todo parecía ir por el buen camino hasta que apareció el aumento. Don Vicente Cicotta le había prometido a su hijo, Juan Ismael, que lo llevaría, algún día, a ver a su querido All Boys. Desde el torneo pasado que venía ahorrando peso por peso. Mientras el “albo” militaba en la Primera B Nacional, nunca lo llevó. Decía que el apellido Cicotta era de mucho prestigio para tan poca alegría. Por eso esperaría a que el club, dónde su abuelo fue el primer presidente, llegara a la máxima categoría.
Empezó a ir todos los día más temprano a la estancia de los “Caferinos Baigorria & Hermanos”. Y regresaba más tarde de lo común. Todo para juntar plata. Esas garras de lograr el objetivo y no bajar los brazos se la inculcó su padre, Isidro Cicotta. Quién también le enseño los colores por All Boys.

Su club volvió a primera después de 30 años. Y lo prometido es deuda. Parecía que ya estaba todo listo, pero llegó lo peor. Una vaca de su chacra se murió y esa plata del ahorro la gastó para comprar otro animal. Ambas ilusiones se desparramaban por el suelo. Don Vicente imaginaba volver a estar en el Islas Argentina y mostrarle, por primera vez, a Juan Ismael la pasión que lleva adentro.
Pero Vicente encontraría la solución. Vendió dos cerdos, seis gallinas y un burro. Pagó a un cuidador por 10 días para que vigilara su granja, pidió permiso a su patrón de la estancia y fue a la gran ciudad.

Mientras el micro de larga distancia ingresaba a la Capital. Juan Ismael no se despegaba del vidrio. Ojos bien grandes, la boca lo mas abierta posible y un seguimiento detallado a cada coche que pasaba por alado.
Ya en el barrio de Floresta y a la vuelta de una estación de servicio alquilaron una habitación. Por la noche la vereda del hotel se oscurecía y se llenaba de mujeres. Pagaron por adelantado los diez días, lo mismo con los pasajes de vuelta. Recorrieron la zona, disfrutaron del paseo pero no pudieron sacar anticipadas. A All Boys le toca la primera fecha de visitante contra Racing. Vicente no tiene idea como llegar pero siempre se la ingenia.
Ya es domingo. Juan Ismael viste la nueva camiseta del “Albo 2010”, la última. Mientras que Don Vicente Cicotta reluce aquélla casaca utilizada en el Torneo de 1972. Ambos suben al micro que los lleva a Avellaneda. En medio de los hinchas enardecidas y cantando con todas sus gargantas, bien detrás y simulando resguardando a su hijo, se encuentras los dos casi atemorizados. Son los únicos que viajan correctamente. Ver a tantos jóvenes actuar como verdaderos animales. Los compara como vacas camino al matadero. Llegan, se bajan y automáticamente la bonaerense los acorrala contra la pared. A Vicente y Juan lo dejan seguir, no tiene portación de rostro.
Es turno de sacar las entradas. Busca el dinero en su billetera, no la encuentra. Algún “pungita” lo manoteó. Al borde del llanto mira a todo su alrededor tratando de encontrar una solución. Había escuchado por la radio que en algunas canchas se robaban a la gente. Nunca pensó que sería su propia hinchada. De repente recuerda tener algo de dinero en bolsillo del lado de adentro de la camisa. Revisa y saca únicamente $60. La fila detrás empieza a empujar. No duda y saca una sola entrada.
- Toma hijo. Entra, canta y grita por mi lo goles de All Boys. Yo te voy a esperar en la esquina. – Dijo Vicente Cicotta.
- ¿Vos no entras pa`? – Respondió casi sin comprender lo que estaba pasando.
- No hijo. No me alcanza la plata. Dale, entra que adentro te esperan.

La AFA autorizó un aumentar un 33% en las entras. Las populares pasaran a costar $40. El dinero mata al hincha.

No hay comentarios:

Publicar un comentario