jueves, 12 de agosto de 2010

Riquelme generador de emociones

Todo llegó a su fin. Juan Román Riquelme es nuevamente jugador de Boca. Se vendió todo tipos de información, que se iba, que se quedaba. Resulto por momentos un tema interminable. Lo que parecía un barco a la deriva finalizó en buen puerto.

Román supo jugar al fútbol a la hora de arreglar su contrato. Utilizó la misma inteligencia. Es “hincha” del club donde trabaja. Pero hasta donde llega la pasión? Es el mejor jugador que tiene la institución. Hay que bancarlo. Hasta donde? Hasta cuando?.

Guillermo Barros Schelotto es sin dudas otro emblema. Padre del engaño y la astucia. Se fue porque no tenía su lugar en el equipo. Lo sostuvieron hasta donde pudieron. Cuando emigró a los EEUU, muchos hinchas pusieron el grito en el cielo. Y como solución al bache llegaron nuevos títulos que olvidaron el pasado.

Sacando los Riquelmista que están en absoluta y completamente de acuerdo en todo con el jugador. Se podría titubear si lo que realmente siente Riquelme por Boca es obsesión o amor.

La idea de perpetuarse, de eternizarse y permanecer su mente fija en el objetivo de firmar el contrato bajo su deseo. Es diferente al amor. Este último se interpreta como un sentimiento, relacionado con el afecto. Sin dudas las emociones asociadas al amor pueden ser extremadamente poderosas, llegando con frecuencia a ser irresistibles. Casi obsesivas.

En medio de la confusión se suma el ingrediente de la duda. Palabra tan molesta que incomoda y desafía a una respuesta. Que es mal interpretada por los protagonistas. Porque ellos tienen que aclarar lo poco claro.

Lo peor para el hincha de Boca es dudar de su ídolo. Tocar a su jugador. A quién respaldan como buen perro guardián. Se olvidan de lo institucional y piensan en el presente, no el futuro. Claro ejemplo el de J.H.G. al sacar al genio del fútbol del seleccionado. En busca de un cambio quedó en el peor lugar. Apretado razonamiento el de los dirigentes. Cualquier mal movimiento puede constarle todo. Pero la presión es mayor a la cordura, y se termina accediendo. Dejando todo en manos de la esperanzada cosecha, algún titulo seguramente.

Contrato que se extiende hasta después de la finalización del actual gobierno. El futuro del idolo en el club está asegurado. Socios contentos y un porvenir económico incierto.

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